DIA 132: Manuel Fernández Valdés es promovido a gobernador interino

Hoy , nuestra historia cuenta los acontecimientos y gestión del gobernador Manuel Fernandez Valdés.

El gobernador Manuel Fernández Valdés fue el único funcionario que ocupó este cargo,  luego de haberse desempeñado como secretario desde 1902, lo que le permitió manejarse con mucha soltura, al conocer profundamente la problemática con la que tenía lidiar.

Fue nombrado como gobernador del Territorio Nacional de Tierra del Fuego por el presidente Manuel Quintana, cuando el gobernador de Loqui resolvió reintegrarse a su actividad naval. Y reelegido en forma sucesiva en 1908, 1911, 1914 y 1917, convirtiéndose en el funcionario que más tiempo ocupó ese cargo en toda la historia fueguina.

La ventaja de conocer las fortalezas y debilidades de la administración que iba a desempeñar, y el tiempo que la ejerció, le permitieron encarar algunas emprendimientos de gran importancia para la jurisdicción. Inmediatamente asumió el nuevo rol, ejerció la conducción con la soltura de conocer la realidad que tenía que afrontar, no obstante ello, se preocupó por visitar a los residentes tanto en el área sur como en la norte, compartiendo momentos con los representantes de los distintos sectores sociales.

Uno de los primeros problemas que tuvo que abordar fue el de alimentar a la población autóctona, que diezmada y limitada en sus posibilidades de caza por la distribución de la tierra en el norte y el establecimiento de las estancias, se acercaban a los pequeños núcleos urbanos a la espera del socorro del Estado. El mayor inconveniente para ello, era que el gobierno no contaba con presupuesto suficiente para asistir más bocas que las que se encontraban a disposición de la justicia a la espera de su traslado a Río Gallegos para ser juzgados. De manera que, Fernández Valdés tuvo que ingeniárselas para no dejar a los aborígenes desamparados, sin apartarse demasiado de los gastos que tenía comprometidos en el presupuesto, contando para ello, muchas veces, con el auxilio de los comerciantes locales, quienes le financiaban los víveres para atender las demandas de los necesitados.

El comienzo del camino que debía unir la capital con los asentamientos al norte del río Grande, fue una de las obras más significativas que encaró, ya que a pesar del tiempo que llevó su concreción (superó ampliamente los años que estuvo al frente del gobierno), su iniciativa fue, con todas las dificultades presupuestarias y de mano de obra, uno de los emprendimientos más importantes que se pusieron en ejecución.

La segunda visita presidencial realizada al territorio, lo encontró como anfitrión del Dr. Roque Sáenz Peña y su esposa. La comitiva oficial, realizó el viaje hacia el sur en el crucero Buenos Aires de la Armada Argentina. El recorrido por los puertos de la Patagonia incluyó también Puerto Cook en la Isla de los Estados para a su regreso, arribar a Ushuaia el 27 de marzo de 1911. La recepción en la casa de gobierno contó con la participación de algunos vecinos, quienes pudieron avalar los reclamos que el gobernador venía presentando para su jurisdicción. Durante su estadía visitó el presidio y la estancia Harberton, para abandonar el lugar el 30 de ese mismo mes por la ruta del Oeste, que le permitió regresar a Buenos Aires.

En 1913, se iniciaron las actividades bancarias en Tierra del Fuego con la fundación del Banco de la Nación Argentina. El establecimiento de la institución crediticia, fue una respuesta al reiterado pedido que los comerciantes de la capital y los estancieros del norte, le venían haciendo a los gobernadores. Su instalación, además de una necesidad, significó la oportunidad para que el movimiento financiero se realizara en esta plaza, con todos los beneficios que ello implicaba, y que quedaban fuera del territorio. La modalidad de los estancieros hasta entonces, había sido operar con los bancos de Punta Arenas y, posteriormente, con la sucursal del Banco de la Nación establecida en Río Gallegos.
La construcción de un muelle para la gobernación en el centro de la bahía, al que se le agregaron servicios para los navíos como el abastecimiento de agua potable, permitió que la actividad portuaria le diera a la pequeña capital otras alternativas para su progreso, como por ejemplo, el arribo de buques privados y de otras banderas. El incremento del transporte marítimo mejoró el abastecimiento y las posibilidades de transporte a muchos habitantes de Ushuaia, limitados hasta entonces a utilizar las escasas plazas que ofrecían los buques de la Armada, y para las cuales, tenían prioridad los asuntos oficiales. Así, comenzaron a operar haciendo escala en Ushuaia, el Amadeo y el Alfonso, de la firma de José Menéndez, y los buques de turismo de la compañía Hamburgo-Sudamericana, que ofrecían esta ruta como una de las más atractivas.
A fines de 1916 se le presentaron dos conflictos simultáneos de carácter gremial, uno en Lapataia y el otro en la zona norte de la isla. Este último, que respondía a las directivas de la Federación Obrera de Magallanes. El gobernador tomó todos los recaudos para evitar consecuencias que lamentar,  el suceso no pasó de una huelga en la época de la esquila y, aunque se sumaron a los esquiladores, los peones y empleados del frigorífico, sólo trajo perjuicios económicos a los empleadores. El del aserradero de Lapataia fue sólo un intento de huelga incentivado por un anarquista italiano, por lo que no fue necesaria la intervención policial en el lugar.

Estos acontecimientos fueron el preludio de otros, más complicados que no tardarían en visibilizarse. La llegada de nuevos actores y los intereses que se fueron generando entorno a la actividad comercial y al abastecimiento de la cárcel, le valieron un conflicto con un grupo de residentes, que no demandó mucho tiempo para que lo decidiese a abandonar el cargo.


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