Mamá Flora celebra 25 años de dulzura
En el corazón de Río Grande, un pequeño local de chocolates ha dejado una huella imborrable en la comunidad. Con una historia que nace de la resiliencia y el amor por la ciudad, la chocolatería Mamá Flora ha endulzado la vida de sus habitantes durante 25 años. Lo que comenzó como un emprendimiento familiar en tiempos difíciles se convirtió en un ícono local, conocido por sus productos artesanales, el aroma inconfundible de chocolate y el cálido ambiente que recibe a cada visitante. En su aniversario de plata, Mamá Flora celebra no solo años de dulzura y tradición, sino también el acompañamiento y el cariño de una ciudad que la ha visto crecer.
La chocolatería emblemática Mamá Flora celebró sus bodas de plata el pasado 25 de octubre, conmemorando 25 años de historia, esfuerzo y crecimiento. Este local, conocido por sus productos de alta calidad y su ambiente cálido, es un espacio querido por la comunidad, donde los vecinos y visitantes encuentran chocolates, tortas y desayunos preparados con esmero.
Susana Molayoli, dueña de Mamá Flora, relató con emoción los comienzos de esta aventura, que surgió en medio de una situación difícil para su familia. “Arrancamos luego de una situación crítica, cuando mi esposo Daniel perdió su trabajo en el correo tras un conflicto. Decidimos quedarnos en Río Grande, y fue entonces que se nos ocurrió la idea de hacer chocolates y alfajores locales, ya que en esa época no había algo propio de la ciudad”, comentó Susana.
La chocolatería, que lleva el nombre en honor a la suegra de Susana, Flora, quien también apoyó y contribuyó en los inicios del proyecto, comenzó en un local pequeño y ha ido ampliándose con los años. “María Elena Verbel, quien ya no está con nosotros, fue como una madre y nos ayudó mucho, permitiéndonos ampliar nuestro espacio”, recordó Susana con gratitud.
Además de chocolates artesanales, Mamá Flora ofrece hoy una amplia variedad de productos como sándwiches de miga, tortas y un espacio acogedor, donde los clientes disfrutan de desayunos y meriendas. Este crecimiento es un reflejo de la aceptación y cariño del público. “Abrimos también los domingos por la demanda de la gente. Nos pidieron que estuviéramos ese día porque es el único momento que algunos tienen para disfrutar un café o un chocolate caliente”, explicó Susana.
La historia de Mamá Flora es la de un sueño que se hizo realidad a través del trabajo duro y la perseverancia. La chocolatería sigue siendo un ícono en la ciudad y ha marcado una tradición en la región con productos de calidad y un ambiente familiar.
Los festejos por el aniversario continuarán, y Susana aprovechó para agradecer a los clientes y amigos que han acompañado a Mamá Flora en estos 25 años de trayectoria, en los cuales el nombre se ha vuelto sinónimo de calidez, calidad y tradición en Río Grande.