“No tuve cómo explicar por qué había una pierna de la víctima debajo de la cama de mi defendido”
Gustavo Ariznabarreta es el defensor oficial de Aldo Núñez, acusado de haber descuartizado a su mujer hace un año. Las pruebas contra su defendido son tan contundentes que no logró contrarrestarlas. “No puedo ser necio”, dijo horas antes que se conociera el fallo por el asesinato de Nilda Nuñez en Tolhuin, que seguramente será de reclusión perpetua.
Aldo Núñez, la pareja de Nilda, tenía dos denuncias por violencia familiar. Una la había hecho Nilda. La otra la habían hecho los docentes del jardín de infantes al que iba su hijo, de 5 años, después de ver que el nene había llegado con sangre seca en el pelo y en la campera. La primera en sospechar fue una mamá del jardín: hacía varios días que no veía a Nilda. Y fue ella, asustada, quien le dijo a los vecinos que creía que él le había hecho algo. Ese “algo” era peor de lo que cualquiera de todos ellos hubiera podido imaginar.
Cuando la Policía allanó la casa en la que vivían encontró una pierna de la mujer, cortada desde la cabeza del fémur, debajo de la cama en la que él seguía durmiendo con sus hijos. Dos días después, encontraron el resto del cuerpo: había sido arrojado en un descampado dentro de la valija que Nilda usaba para guardar su ropa.
Nadie sabe exactamente cuándo se produjo el femicidio, aunque calculan que fue hace exactamente un año, el 20 de junio de 2016. El juicio contra Aldo Núñez (32) fue rápido y tuvo una particularidad que causó revuelo en la provincia. Su defensor oficial, Gustavo Ariznabarreta, no pudo contrarrestar las pruebas que había en su contra: “Nunca en mi vida me había pasado algo así. No tuve cómo explicar por qué había una pierna de la víctima debajo de la cama de mi defendido”, dice a Infobae.
Nilda y Aldo Núñez nacieron en Formosa pero vivían en Tolhuin, a unos 100 kilómetros de Ushuaia. Ella tenía un hijo de 5 años de una pareja anterior, un bebé de un año que había tenido con el acusado, y estaba embarazada de 20 semanas. Después de las dos denuncias, la Justicia le había dictado una orden de restricción que él violó varias veces. En mayo de 2016, un mes y medio antes de matarla, Nilda le permitió volver a casa bajo una promesa: él iba a cuidar a los chicos mientras ella trabajaba.
La última vez que un vecino vio a Nilda fue el 17 de junio. Pasaron cinco días más hasta que la mamá del jardín empezó a sospechar. Como la mujer tenía auto, le hacía el favor de buscar al hijo de Nilda, dejarlo en el jardín de infantes y llevarlo de regreso a su casa. Fueron varios días en los que esa mujer reparó en una escena que no era la habitual: Nilda no salía de su casa, ni para despedir al nene ni para recibirlo. Tampoco atendía el teléfono cuando ella la llamaba. La mujer se lo contó a otros vecinos y a un grupo de personas de una iglesia evangélica a la que Nilda asistía.
Los vecinos juntaron valor y, 10 días después de la última vez que la vieron, fueron a golpear la puerta de su casa. “Fueron varias veces y él dio tres versiones distintas. Una vez dijo que ella estaba trabajando en una cabaña, pero era temporada baja de turismo y fue sencillo comprobar que mentía. Después dijo que ella se había ido a Río Grande. La tercera versión que dio es que se había vuelto a Formosa”, explica Ariznabarreta, Defensor Oficial.
Cuando lo obligaron a ir a la comisaría para denunciar la desaparición de su mujer, él hizo la denuncia, pero por abandono de hogar. Había tantos indicios que el Juzgado de instrucción de Río Grande ordenó un allanamiento.
“Llegaron a la casa de madrugada. Lo que encontraron fue una pierna derecha de mujer envuelta en una sábana debajo de la única cama que había, en la que él estaba durmiendo con los chicos. Además había un par de guantes de tela cubiertos de sangre seca, una hoja de cúter y un cuchillo aserrado en el que había sangre”, explica el abogado del acusado. El abogado de la querella, Matías Pérez Iglesias, completa: “Además, encontraron el DNI de ella en la basura: lo había cortado en pedacitos”.
Los análisis de ADN posteriores mostraron que la sangre del guante era de la víctima y los restos de piel que había dentro del guante eran de él. Cuando compararon el cuchillo con el corte de la pierna determinaron que era, precisamente, el cuchillo con el que había hecho el corte transversal entre el muslo y la nalga.
El equipo técnico de la Policía científica de Río Grande reparó además, en que era junio, hacía temperaturas bajo cero y la calefacción de la casa estaba apagada. Lo que interpretaron fue que el acusado había mantenido la casa helada para conservar la pierna y evitar que el olor lo delatara. Hubo otro indicio más: la casa era muy precaria y estaba desordenada y sucia pero los pisos, de cerámicos, estaban impecables. Eso los hizo suponer que habían sido lavados después del descuartizamiento.
El resto del cuerpo fue encontrado casi dos días después en un descampado a 11 cuadras de su casa. Como estaba en una valija, lo que creen es que la pierna derecha no entró y no tuvo tiempo de descartarla de otro modo. La otra pierna también había sido cortada pero estaba dentro de la valija. También se dieron cuenta de que el cuerpo no había sido desmembrado inmediatamente después de la muerte.
“Tuvo el cadáver en la casa entre 3 y 4 días hasta que pasó el rigor mortis. Recién cuando esa rigidez aflojó pudo trabajar el cuerpo para doblarle el cuello y la rodilla de la pierna izquierda para que entraran en la valija”, describe el abogado del acusado. Esta hipótesis se alimentó de un testimonio.
El hijo de Nilda le dijo a la madre de un compañerito del jardín: “Mi mamá está debajo de la cama”. Por eso creen que el cuerpo estuvo allí varios días: el nene dijo que su mamá estaba debajo de la cama, no la pierna.
Durante el juicio, que arrancó el 29 de mayo, se expusieron todas esas pruebas. Además, mostraron un video en el que el chico le dice a la psicóloga forense, en Cámara Gesell, que su mamá y su papá habían peleado en el baño, que el papá la había lastimado con un cuchillo y que a ella le dolía mucho.
Aldo Núñez había asegurado, además, que el bebé que Nilda estaba esperando era fruto de una infidelidad. Pero el análisis de ADN del feto mostró que se equivocaba: no sólo había matado a su mujer sino también a su propia hija.
La ex mujer de Núñez también fue citada a declarar en el juicio. Contó que a ella también la había maltratado pero había podido abrirse. Y contó que ella misma había llamado a Nilda por teléfono y le había dicho: “Andate que te va a matar”. El patrón de conducta era el mismo: un hombre que no trabajaba, que hacía trabajar a las mujeres con las que formaba pareja, y luego las violentaba.
“Con todo eso llegamos a los alegatos. Yo he sido defensor oficial en 200 y pico de juicios, tengo muchos años en este trabajo pero ésto realmente fue un quiebre. No tuve cómo confrontar las pruebas que había en su contra. No pude explicar qué hacía la pierna de la víctima debajo de la cama de mi defendido, tampoco qué hacían ahí los guantes y el cuchillo con sangre de ella. Tampoco tuve cómo comprobar que lo que decían los vecinos y el chico de 5 años era mentira”, dice Ariznabarreta.
Tampoco pudo probar la inimputabilidad porque hay dos informes psiquiátricos que dicen que Núñez tiene una personalidad de base psicopática pero que no es un psicótico o un ezquizofrénico. En su alegato, el defensor oficial -que es un académico y es considerado una autoridad en Derecho Penal en la provincia-, dijo: “Cada una de las estrategias que me planteé es refutada por las pruebas”. En diálogo con Infobae, lo explica: “Mi deber es defenderlo, de haber podido confrontar las pruebas lo habría hecho. Pero no tuve cómo. Y tampoco puedo ser necio”.
Pérez Iglesias planteó en el juicio dos móviles posibles: la infidelidad y el dinero. “Una posibilidad es que él la haya matado después de haberse enterado de que ella ya tenía una relación con otro hombre. De hecho, él creía que no era el padre de la beba. La otra es que hayan discutido porque él le robó los 3.000 pesos que cobraba de la Asignación Universal por hijo”.
Hay dos elementos que sostienen ésta segunda hipótesis.
Por un lado, un vecino declaró que escuchó una voz de mujer que gritaba “Te gastaste la plata del salario” y la voz de un hombre que le contestaba: “Correte que te voy a lastimar”. Después, escuchó un golpe seco y silencio. Como la autopsia mostró que Nilda tenía un traumatismo de cráneo y signos de ahorcamiento, la querella cree que le pegó la cabeza contra la pared, la ahorcó y luego la desmembró para esconder el cuerpo.
Las filmaciones de un cajero automático apoyan la teoría: lo muestran sacando dinero dos veces. Una vez, antes de matarla. La segunda fue cuando ella ya estaba muerta: volvió con los nenes al cajero y sacó el resto.
Aldo Javier Núñez fue acusado de “homicidio doblemente agravado”, por el vínculo y por femicidio. Consideraron que no hubo alevosía porque el descuartizamiento se produjo cuando la mujer ya estaba muerta. Mañana al mediodía entonces, se leerá el veredicto: de un lado piden prisión perpetua, del otro, nada: su defensor oficial no pudo ni pedir su absolución. La condena para los chicos, en cambio, ya fue dictada. Ahora viven en Formosa. Los va a criar una abuela a la que apenas conocían. (INFOBAE)