Día del Metalúrgico: “Si los cañones tienen que tener alas, los tendrán”
La Comisión directiva y el Congreso de Delegados de la Unión Obrera Metalúrgica Seccional Río Grande saludan a todas las familias metalúrgicas en “nuestro día”, convocando a cada Obrera y Obrero a la más profunda reflexión de unidad y compromiso solidario con nuestra clase como única alternativa de resistir la dura realidad que le toca atravesar a la industria fueguina en general y, la electrónica en particular. El 7 de septiembre se estableció por CCT 260/75 “Día del Metalúrgico” en relación al nacimiento de Fray Luis Beltran.
Reivindicamos este día como una conquista de nuestro convenio colectivo reconociendo el espíritu de lucha de Fray Luis Beltrán, quien fuera considerado como el jefe de artillería del ejército del General José de San Martín, nos engrandece en la ardua tarea de sostener los derechos conquistados y nos fortalece para lograr las glorias que vendrán.
Continuamos firmes a nuestra convicción de representarlos dignamente y agradecemos el apoyo y la confianza de cada uno de ustedes, de todo el personal que trabaja en nuestra organización y de quienes pasaron en algún momento por ella. Gracias a su militancia gozamos de las condiciones laborales que hoy quieren arrebatarnos y que nos llama a resistir en toda acción o gesto por mínimo que parezca.
Compartimos una cita que manifiesta parte del recorrido de nuestra historia, la historia de los trabajadores metalúrgicos de la República Argentina.
Fray Luis impuso en el campamento del Plumerillo un frenético ritmo de producción. Montó un taller en el que trabajaban por turnos unos setecientos artesanos y operarios a los que Beltrán formaba a los gritos en medio del ruido ensordecedor de los golpes del martillo sobre el hierro hasta quedar ronco para toda la vida. Allí, donde no había nada más ni nada menos que la solidaridad y la entrega a la causa revolucionaria del pueblo cuyano, se fabricaba de todo, desde monturas y zapatos hasta balas de cañón, fusiles, vehículos de transporte y granadas.
Allí diseñaba las máquinas para disimular la desigualdad entre aquellos hombres y la imponencia de la cadena montañosa más alta del mundo después del Himalaya. Puentes colgantes, grúas, pontones para doblegar quebradas intransitables y abismos imposibles. Todo se fabricaba allí día y noche bajo el impulso de fray Luis.
Ya no quedaban campanas en las iglesias de la zona ni ollas en muchas casas. Todo era fundido en los talleres de aquel “Vulcano con sotana”. “Si los cañones tienen que tener alas, los tendrán”, decía Beltrán.
Fuente: El historiador – Felipe Pigna.