DÍA 139: Con la fuerza de los pioneros parte 2
Hoy continuamos con la entrevista a Emilia Susic de Bonifetti, que se encuentra en el libro
– ¿Cuál era la principal fuente de sustento de la época?
– El campo, las estancias, en ese tiempo se estaban montando los grandes establecimientos ganaderos, en María Behety había 400 operarios, en José Menéndez había 300, ahora no sé si hay 15 empleados en esos establecimientos, pero en ese tiempo había que hacer todo, desde los alambrados, había que hacer las fosas para colocar los postes, cortar los postes, todo a mano. Había que luchar contra el clima, la geografía, las carencias, no había absolutamente nada.
Nosotros vivimos un tiempo en El Tropezón, allí mi padre puso un boliche de ramos generales. El había venido de Yugoslavia escapando de la guerra y del hambre, en la bodega de un buque carbonero, porque allá había llegado la leyenda de Popper y del oro; entonces, supuestamente venía con la idea de salir con la bolsa, la pala y vamos andando, cuando llegó, Popper ya no estaba, y el oro había que sacarlo de a pepitas.
Popper tenía toda una industria montada, pero luego era todo un trabajo manual y no era lo mismo, no valía la pena venirse a sacrificar con la nieve, con el clima duro y la famosa veda invernal, no como ahora que se hace cemento en el invierno.
Había venido a Buenos Aires, luego en el buque de los Menéndez a Punta Arenas y de allí pasó a Porvenir, para llegar a Punta Páramo, desde Porvenir a Punta Páramo lo hizo caminando porque no tenía plata ni para comprar un caballo, trabajó y volvió a pasar el invierno a Punta Arenas y allí en un hotel de la colectividad conoció a mi madre que venía de Europa, allí en Europa la querían casar por poder con una persona que vivía en EEUU y ella dijo que no, que se iba a casar con el hombre que ella amara, por eso se vino a la casa de una tía en Punta Arenas.
Luego con mi padre se vinieron a Río Grande, no había oro y aquí sólo estaban los grandes establecimientos que se estaban haciendo, como Sara, Cullen, Viamonte, Montes, no había otro trabajo, y él trabajó por 17 años en Estancia Sara, tenía a Mauricio Abraham de jefe, él fue quien lo ayudó para que abra su negocio en El Tropezón, porque por allí estaban las estancias José Menéndez y María Behety, que en ese tiempo se llamaban Primera y Segunda Argentina, con ese negocio la pudo traer a mi madre en el año 1921.
– ¿Siempre ha trabajado por el bienestar de la comunidad?, pregunta Miguel Vázquez
– Sí. Yo recuerdo cuando integraba la Cooperadora del Hospital, cuando era ‘miseria espantosa’, y ahora nos quejamos, si hubieran sabido cuando comenzó, demoraron 20 años para terminar ese edificio que estamos usando ahora, comenzaron junto con la construcción del Banco Nación, este se inauguró en 1942, y el Hospital en 1958. Venían las autoridades enviadas de Buenos Aires y no les gustaba el proyecto y lo tiraban abajo, empezaban de nuevo, luego no nos alcanzaban los recursos, venía otro, abajo y lo mismo, a la cuarta vez salió, ocurrió cuando yo estaba en el Consejo Territorial y estaba en la Cooperadora del Hospital, me lo entregaron sin nada, tuvimos que llorarle a la comunidad para que colaborara, en ese tiempo estaba la Tennessee y ellos soldaron los flejes de las camas que estaban rotos, René Díaz las pintó, otro puso la pintura, otro los vasos, los colchones y así se montó, hasta el lavarropas al petit hotel fue pedido, en esa época había prostíbulos, había dos muy conocidos, uno de Olga y otro de Coca, a Olga le pedí una máquina de escribir y al otro día apareció en el Hospital la máquina más grande que había en La Anónima, y a Coca le pedí el lavarropas y me dio uno que tenía en Gallegos y que iba a enviar a Mar del Plata, todo se montó con la voluntad del pueblo, el Estado estuvo ausente.
Ahora cuando veo las actitudes de la gente, me gustaría tirarlos para atrás en el tiempo, no mucho, solamente 30 años y verían lo que era cuando no había escuelas, o cuando había y lo que no había eran maestros, y había dos maestras para 6 grados, una era mi hermana, la Sra. Wilson y la Sra. Bilbao, y trabajaban en su turno y después lo hacían en el otro, pero sin cobrar un peso, lo hacían por vocación de servicio y no un mes o dos, lo hicieron por años.
– ¿Conforme con el Río Grande de hoy? Pregunta Miguel
– Yo estoy orgullosa del Río Grande de hoy, porque veo otras ciudades que no avanzaron y yo aquí nací en una pampa, donde era la desolación absoluta y hoy me encuentro con esto de última generación, pero es el precio del otro, de los pioneros.
Franca Susic o Emilia Susic de Bonifetti nació el 3 de noviembre de 1923 en la ciudad de Río Grande, y falleció en mayo del año 2014, en Buenos Aires a los 90 años de edad, tuvo 2 hijos, 7 nietos -dos de los cuales ella los denominaba postizos, pero que recibieron el mismo cariño- y 5 bisnietos.
Era Traductora de Inglés. Fue fundadora del Colegio Don Bosco. Integró una de las primeras Comisiones de la Biblioteca Eduardo Smith. Integró la Cooperadora de la Escuela Nº 2. Fue vicepresidente de la Cámara de Comercio de Río Grande y secretaria por muchos años, ya que tenía un negocio. También fue secretaria de la Cooperativa Eléctrica, cuando todo era ad honoren. Fue miembro del Consejo Territorial, del ex Territorio Nacional de Tierra del Fuego con la gobernación del capitán Campos y la presidencia de la Nación del Dr. Arturo Frondizi. Durante 12 años integró la Cooperadora del Hospital Regional. Fundó el Centro de Antiguos Pobladores. Dirigió un Ropero Comunitario con personas de planes de trabajo, ella proveía el lugar, las máquinas y los gastos de funcionamiento.
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