Día 163: La historia de Los Shelknam
Hoy compartimos un fragmento de la obra de Anne Chapnam, del año 1972 donde describe como era la vida cotidiana del pueblo Shelknam
Los selk’nam eran un pueblo de cazadores-recolectores. Fabricaban herramientas de piedra, hueso y madera, y vivían de la naturaleza, sin cultivar la tierra. Una actividad capital para ellos era la caza, pues comían sobre todo guanacos y varias especies de roedores, y se vestían con las pieles de estos animales, además de la del zorro. Hacían sus toldos con piel de guanaco.
Recogían moluscos, huevos, bayas, ciertas raíces, semillas y hongos. Cazaban pájaros y focas; pescaban en las lagunas y las playas, y aprovechaban las ballenas que encallaban. A menudo cambiaban de campamento; el hombre iba adelante, sosteniendo el arco con el brazo y el carcaj con las flechas sobre el hombro. Lo seguía su mujer cargada con todos los objetos domésticos y a menudo con un bebé atado a la espalda en una tabla-cuna. Detrás iban los niños y la gente de edad. Las marchas se hacían por terrenos conocidos. Las paradas estaban previstas según la caza o la pesca que se esperaba encontrar.
Conocían a fondo su isla y dieron nombre a todos los accidentes geográficos. Familias extensas (de tres o cuatro generaciones) patrilineales y patrilocales ocupaban un terreno específico llamado haruwen, cuyos límites eran generalmente respetados por los vecinos. Los habitantes de terrenos muy apartados se conocían unos de otros al menos de vista o de oídas, pues tenían muchas oportunidades de reunirse.
Cuando encallaba una ballena, los primeros en llegar encendían dos fuegos como señal para que todos los que alcanzaran a verlos acudiesen a participar del despedazamiento del animal. Se reunían para celebrar competencias como largas carreras a pie y luchas cuerpo a cuerpo, o para probar su destreza contra un voluntario que saltaba sin cesar tratando de esquivar las flechas, despuntadas para esa ocasión.
Cuando moría una persona renombrada, la gente se dirigía a su haruwen, al ver las fogatas en señal de luto, para expresar su pesar por medio de cantos y otros ritos. El trueque atraía también a personas que vivían a veces muy lejos unas de otras; se intercambiaban piedras para encender el fuego, y para hacer herramientas, maderas para fabricar arcos, flechas, soportes de toldos, plumas decorativas para tocas, grandes caracoles para extraer agua o caracolitos que se arreglaban en forma de collares, entre otras cosas.
Así describe Anne Chapnam, la vida cotidiana del pueblo Shelknam, en su obra “Culturas Tradicionales. Patagonia. El fin de un mundo. Los Selknam de Tierra del Fuego”, editado en 1972.
La autora de Fin de un Mundo era antropóloga franco-norteamericana, quien desde 1965 dedicó muchos años a reconstruir la dramática historia de los habitantes del extremo austral de la Patagonia: los selknam y los yámanas o yaganes. Chapman tuvo la oportunidad de relacionarse largamente con los últimos sobrevivientes de los selknam, rescatando y estudiando las tradiciones que aún permanecían en su memoria.
(🎙) Aire Libre FM 96.3: