DIA 33: Bares y vida nocturna
En este día, nuestro relato se centra en la vida nocturna de los primeros tiempos …
Desde principios del siglo XX, el poblamiento de la zona norte de la Isla fue mayoritariamente masculino, por lo cual, a lo largo del tiempo la vida nocturna, los bares y whiskerías fueron tomando importancia.
El trabajo vinculado a las estancias y posteriormente el relacionado a la explotación petrolera hicieron que la población riograndense en su gran mayoría fuera foránea y masculina. Los peones y operarios “bajaban” a la ciudad los fines de semana e inevitablemente hacían su visita a una casa de citas o bar/cabarets.
En la década del ´40 “El rubro floreciente es el de los bares, a tal punto que –y en prevención de las derivaciones alcohólicas- se procede a limitar el número de patentes a otorgar. Pero los Bares eran los lugares de encuentro y distribución de información en un pueblo de otra manera incomunicado.”
Los burdeles eran regenteados por madamas que cumplían un rol social importante dentro de la comunidad ya que sus “pupilas” asistían regularmente los días lunes al control sanitario -que se registraba en una Libreta Sanitaria- al Hospital Regional de Río Grande; fue así como ellas colaboraron para que las nuevas instalaciones del nosocomio contaran con una lavadora y secadora de ropa para los pacientes internados allí.
Estos espacios pasaron a ser identificados como whiskerías; herederas de los antiguos lugares de encuentro alumbrados por luz roja. La zona roja de burdeles o kilombos se ubicaron en la zona periférica conocida como barrio La Vega, es decir, más allá de la calle Bilbao. El ex Intendente Municipal Néstor Nogar indica que las actividades nocturnas tenían que ser toleradas y aceptadas dado que en el Batallón de Infantería N° 5 había más de 1000 masculinos y que “el franco higiénico” era un mal necesario.
A inicios de la década del ´70, las revisaciones médicas pasaron a efectuarse obligatoriamente todas las mañanas de los días lunes en la Dependencia Sanitaria del propio Batallón porque alguna parte “bien” de la sociedad había planteado quejas de encontrarse con las alternadoras en un espacio tan delicado como el hospitalario.
La concurrencia a estos cabarets era muy nutrida, pues a la clientela petrolera, fabril, en la década del ´70 y ´80 se le suman los jóvenes hijos de familias pioneras ya radicadas en la ciudad.
Entre los burdeles identificados con nombre propio podemos ubicar al Aquelarre, Chaqueñito, La Diabla, La Casita, Exa, El Faraón, Sur, entre otros.
Con las intendencias de Jorge Colazo y Jorge Martín el Municipio de Río Grande trató de controlar estas actividades, pero recién con la gestión de Gustavo Melella a cargo del Ejecutivo Municipal, las whiskerías y cabarets fueron anulados en coincidencia con la Legislación Nacional respecto a la Trata de Personas y su vínculo con el tráfico de personas.
En los últimos años se han producido innumerables intervenciones desde la Justicia Federal ya que existen aún este tipo de actividades de forma clandestina.
(🎙) Aire Libre FM 96.3: