Las reuniones de Massa y Argüello en busca de apuntalar la relación con Washington
Mientras llegaban los participantes del Grupo de Puebla, el futuro titular de la Cámara de Diputados junto al ex embajador y funcionario de Tierra del Fuego, se reunieron con representantes del Partido Republicano. El presidente electo viajaría antes de fin de año.
El viernes, más o menos al mismo tiempo que ex presidentes y referentes progresistas de la región llegaban a Buenos Aires para participar del encuentro del Grupo de Puebla, el futuro presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y el ex embajador Jorge Argüello jugaban de anfitriones en el emblemático Club Americano ante el embajador estadounidense, Edward Prado, y un grupo de diputados del Partido Republicano. Más allá del “diálogo parlamentario” que destacó Massa como objetivo del encuentro, volvió a quedar en evidencia que la futura gestión de Alberto Fernández busca no descuidar el vínculo con la Casa Blanca, que jugará un rol fundamental en las negociaciones con el FMI. Un ejercicio de pragmatismo diplomático que también supo practicar Néstor Kirchner con George W. Bush al inicio de su gestión, hasta la cumbre del No al ALCA. “Se van a mantener las reglas del juego”, les aseguró a los parlamentarios Massa, quien funciona a las claras como nexo con la gestión norteamericana.
Cerca de Massa se preocupan de dejar en claro que la reunión se armó a instancias de Alberto Fernández. El grupo de diez diputados republicanos -entre los que se encontraban algunos “halcones” de Trump en el Congreso como el militar Michael Waltz (Florida) o Steve Scalise (New Orleans)- se encuentra de gira por la región y tenían pautado ver a Mauricio Macri en Olivos. Pero, obviamente, llegados hasta acá, más que conversar con un presidente de salida, el interés estaba principalmente en tomar contacto con la gestión entrante. Desde México, Alberto Fernández dio el visto bueno y le dijo a Massa y a Argüello que los recibieran.
A años luz del infantilismo de Jair Bolsonaro, la administración Trump se comportó de manera profesional ante el triunfo electoral del Frente de Todos, pese a que su favorito estaba notoriamente en la lista de enfrente. El embajador Prado al abrir la charla, el viernes por la tarde, reiteró la felicitación por la victoria de octubre y resaltó el llamado de Trump a Fernández de la semana pasada, en donde le prometió que trabajarían juntos y seguiría ayudando al país en el Fondo. Fue justo un día antes de que el presidente electo viajara a México. Allí, en una de sus últimas actividades, Fernández se fotografió sonriente con Mauricio Claver-Carone, un abogado cubano anticastrista que asumió como director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional. Es decir, asesora directamente a Trump en los temas de la región. Además, dato clave, viene de desempeñarse como director por Estados Unidos en el FMI.
Massa había visitado Estados Unidos veinte días antes de las elecciones. El tigrense tiene desde hace tiempo como asesor en temas de seguridad a Rudy Giuliani, el ex alcalde neoyorquino que ahora es abogado personal de Trump. Un vínculo importante con la Casa Blanca. Massa dio una charla en el Wilson Center pero, principalmente, se reunió en forma reservada con funcionarios del Departamento de Estado y del Tesoro, ansiosos de pistas sobre el próximo gobierno. Se comentó que allí le habían sugerido a Massa que Argentina no abandonara el Grupo de Lima, creado para jaquear a la administración de Nicolás Maduro en Venezuela. Cierto o no, Alberto Fernández esquivó luego las definiciones sobre la cuestión, como hizo en la conferencia de prensa posterior a su reunión con Andrés Manuel López Obrador.
Massa y Argüello expusieron el viernes sobre la necesidad de la continuidad de las inversiones americanas en el país, como garantía para que la economía crezca y se puedan pagar las deudas. También que se vuelve indispensable un mayor equilibrio en la balanza comercial, en la que Estados Unidos debería adquirir productos que tengan incorporado más trabajo argentino. Desarrollaron un argumento destinado a sumar el apoyo de los representantes norteamericanos: dijeron que tan perjudicial había sido lo pactado por Macri con el FMI que puso en riesgo los bonos argentinos que adquirieron los ahorristas de Estados Unidos. Por eso, reclamaron la ayuda de Washington para que el país pueda “reperfilar” su deuda y que los bonistas americanos no pierdan su inversión.
El tema Venezuela surgió al momento de las preguntas de los congresales. La representante de Puerto Rico, Jenniffer González, preguntó la postura que tendrá Fernández respecto a Maduro. “La salida en Venezuela tiene que ser democrática”, respondió Massa. “El liderazgo de Alberto Fernández en la región podría ser muy útil para que Venezuela encuentre una salida a su situación”, apuntó a Argüello.
El recuerdo quedó borroneado por el fin del vínculo en la Cumbre de las Américas pero, en los inicios, Kirchner mantuvo dos buenas reuniones bilaterales con Bush hijo, quien incluso le recomendó “pelearle hasta la última moneda” al FMI. Bien distantes en lo ideológico, los dos se veían como dirigentes que desafiaban el establishment de sus partidos. Kirchner buscaba mostrarse como el referente de la región que podía contener a otros presidentes más beligerantes como, en ese momento, era Hugo Chávez. Como se ve, hay similitudes en la relación bilateral que se busca con aquel inicio de gestión de Kirchner presidente y Alberto Fernández jefe de gabinete.
Jorge Argüello es amigo de Fernández desde la época que compartían agrupación estudiantil en la Facultad de Derecho. Fue embajador en Estados Unidos, en las Naciones Unidas y en Portugal durante el kirchnerismo y suena para repetir en Washington aunque él preferiría permanecer en Buenos Aires. Aprovechó sus años en Estados Unidos para hacer buenos contactos entre la dirigencia americana, como mostró en el Club Americano al saludar a los congresales. Un par de horas después, Argüello estaba sentado en una mesa del Café de los Patriotas donde quedó inaugurado de manera informal el encuentro del Grupo de Puebla que sesionó ayer.
En el Frente de Todos buscan explicar que no hay un ejercicio de diplomacia doble: una línea “oficial” progresista que llevaría adelante Felipe Solá y una “paralela” con Massa y Argüello para Washington. “Es la misma diplomacia, la que responde a Alberto Fernández. Nada más que es lógico que la relación con Washington en estos momentos la manejen los que tienen mejores vínculos”, sostenían. Es casi un hecho que Fernández será recibido por Trump poco después de asumir, en diciembre. En ese contacto, terminará de quedar definido la relación entre ambos países. Hay intereses mutuos: Fernández necesita el apoyo de Trump para negociar con el FMI, el jefe de la Casa Blanca necesita de aliados para una región de repente en estado de ebullición.